APARECIDOS

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Por allí iba aquel auto, una camioneta negra, desbaratada pero extrañamente no hacia ningún ruido. Su conductor era muy callado y en realidad no le daba miedo transitar por aquella carretera tan sola y que dicen que estaba tan llena de fantasmas y aparecidos. Todo aparentemente estaba bien, hasta que en medio de la carretera aparece una muchacha, muy sucia, con la ropa medio desgarrada y que a juzgar no se movería de donde estaba; el conductor tuvo que pisar el freno hasta el fondo para no atropellarla, ésta inmediatamente corrió para entrar dentro del auto, estaba llorando, se veía muy asustada, estaba pálida y con las ropas desgarradas, la muchacha le contó al conductor que ella y su pareja iban en su auto por estas carreteras, hace unas tres horas hasta que de repente algo apareció en el medio del camino, su novio piso el freno, pero fue inevitable que atropellaran a aquel individuo que había aparecido de repente, cuando su novio y ella misma bajaron del auto para ver lo que había sucedido se dieron cuenta que no había nadie allí, se quedaron pasmados del susto y suponiendo que era uno de esos casos de aparecidos corrieron hacia el auto para largarse de allí, pero en eso preciso momento algo toma por el cuello al novio de la muchacha y lo eleva hasta llevarlo hacia afueras del camino donde sólo quedaba un espeso monte, en ese preciso momento no se sabia lo que estaba pasando, entre los gritos de la muchacha y los gritos de ayuda de su novio no se supo que era lo que lo estaba tomando por el cuello, mas bien, parecía una sombra maligna o algo; la muchacha angustiada al máximo corrió detrás de su novio que era llevado hacia la espesura del monte mientras era ahorcado gradualmente.

La muchacha estaba llorando, ya el miedo se transformaba en algo desconocido, hasta que de tanto correr se encontraron misteriosamente en un cementerio, allí el novio de la muchacha desapareció en la oscuridad, la muchacha sufría un colapso nervioso y se dejó caer, en ese preciso momento se le apareció en frente algo parecido a aquel extraño individuo que vieron en el camino y le dijo que la mataría porque así debían sufrir todos, en la cara del aparecido se podía reflejar el dolor y el sufrimiento e incluso unas lágrimas vueltas piedra, entonces en ese preciso momento la aparición fantasmal comenzó a hacer daño a la muchacha, ésta desistió de buscar a su novio y corrió de regreso mientras era golpeada por aquel aparecido hasta que quedo en shock en medio del camino y en ese justo instante, llegó la camioneta.

El conductor al oír la historia ni se inmutó, ni si quiera expresó un "valgame" y eso fue todo, él le preguntó que donde quería que la llevara y ella le contestó llorando que hacia un hospital o algo.

En todo el trayecto ella lloró y él se le quedaba viendo, extrañamente pasaba su mano derecha cerca de ella pero la retiraba porque ella levantaba su cabeza de sus brazos donde lloraba desconsoladamente, llegaron a una comisaría, en esta ella de tanto desespero sufrió un colapso nervioso al llegar con los policías y se desmayo, la dejaron dormir en un cuarto por la noche mientras le preguntaban al sujeto que la había traído lo que había pasado.

Al amanecer toda la comisaría estaba en alboroto, ya que la chica trastornada no estaba, no se había podido haber escapado, ya que era vigilada desde afuera y no existía ninguna ventana en su cuarto lo suficientemente grande para salir, además ¿por que querría escaparse?, pero más sorprendente fue que al analizar los archivos encontraron que la descripción de esa muchacha señalaba que ella ya había muerto dos meses antes y sus restos fueron encontrados en la carretera.

El sujeto que la había traído no encajaba con ningún sistema de rastreo, su matrícula no constaba en los archivos policiales, sencillamente no existía. También ese sujeto desapareció en condiciones imposibles, misteriosamente los dos desaparecieron, sin saber porque, aun se siguen haciendo investigaciones en la comisaria.

EL SOL ROJO

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Entre los indios mocoretaes había uno, joven, aguerrido y valiente llamado Igtá (hábil nadador) que amaba a la más buena y hermosa de las mujeres de su tribu, Picazú (paloma torcaz), y quería casarse con ella.
Los padres de Picazú consintieron en que se realizase tal boda; pero siendo necesario para ello la aprobación de la Luna, llamaron al Tuyá (adivino) de la tribu para que la consultara.
Era una noche plácida y serena. La luz blanca, clara, brillante y hermosa de la Luna iluminaba los campos y las tolderías de los indios. Y el Tuyá interpretó:
-Esa luz que nos envía la Luna significa que ella aprueba satisfecha la boda de Igtá y Picazú.
Entonces, el Jefe de la tribu ordenó a Igtá demostrase a todos que en verdad era digno y merecedor de tomar compañera. Para ello debía arrojarse a las aguas de la laguna y nadar durante largo rato. Después, ir en busca de un gran número de presas de caza.
Igtá, que era excelente nadador y había cazado mucho desde su niñez, realizó las pruebas con el mayor éxito, pues nadó cuanto se lo pidió y trajo entre sus brazos abundante caza.
Las ceremonias de la boda realizáronse una noche, después de tres lunas. Se encendió una gran hoguera, a cuyo alrededor todos los indios comían, bebían, bailaban y gritaban, festejando tan grande acontecimiento.
Pero algo faltaba para que Igtá y Picazú fueran felices: tener la seguridad de que Tupá, su dios bueno, había aprobado también la boda. Y esperaron.
¡Cuál no sería su pena y desconsuelo, cuando llegada la noche siguiente comenzó a caer una copiosa lluvia! Eran las lágrimas de Tupá las que caían sobre la tribu para significar el descontento y desaprobación del dios por haberse realizado la unión de los jóvenes indios.
Igtá y Picazú no podían, pues, continuar unidos perteneciendo a la tribu. Debían huir y arrojarse a las aguas de la laguna. Allí había una isla donde moraban todos los que se habían casado contrariando la voluntad de Tupá. Los dos debían ir a esa isla para no volver jamás.
Al día siguiente cesó la lluvia. Y por la tarde, a la hora en que el sol iba a ocultarse en el ocaso, Igtá y Picazú se arrojaron al agua y comenzaron a nadar.
Los indios de su tribu, reunidos a orillas de la laguna, viéndolos alejarse lentamente, los injuriaban y maldecían para aplacar el enojo de Tupá y evitar sus castigos, pues ésta era su creencia.
Igtá, hábil nadador, consiguió nadar buen trecho, ayudando también a su infortunada compañera. Poco faltaba a Igtá y Picazú para llegar a la isla sanos y salvos, cuando una nueva desgracia cayó sobre ellos: Ñuatí (Espina), un guerrero malvado de la tribu, les arrojó una flecha. Todos los indios lo imitaron, y entonces fue una lluvia de flechas la que llegó hasta Picazú e Igtá, quienes, heridos quizás por ellas, desaparecieron de la superficie de las aguas.
En ese preciso instante el sol, que se hundía en el horizonte, tomó un intenso color rojo; y su luz tiñó la laguna e iluminó de rojo los campos y el cielo.
Esto llenó de asombro a los indios, los que, atemorizados, huyeron velozmente, alejándose de la laguna.
Mientras tanto Igtá y Picazú, ayudados sin duda por Tupá porque eran buenos, lograban salvarse y llegar a la isla, donde podrían al fin vivir felices, pues se amaban mucho.